miércoles, 16 de septiembre de 2009

Rapapiú

Un miércoles 16 y la lluvia que no llega.

Un martes 15, interesante (Pienso en el rechazo de algunas mujeres en situación de poder cuando escuchan hablar de conceptos desde una perspectiva de género. Rechazan los mismos porque, ahora que saben reproducir respuestas androcéntricas, estos conceptos vienen a querer cambiarles las preguntas).

Y un lunes 14 con muchas lectura en la espera de preguntas deconstructivas.

El fin de semana, precisamente el 12, conocí a Pelusa, una ex-referente de ATTTA ,que si bien se desvinculó de esa ONG sigue trabajando activamente con la comunidad trans de Tucumán. Pelusa me enseñó el primer lugar de diversión exclusivamente LGBT de Tucumán a fines de los 60 y los 70, estaba ubicado en la calle Crisóstomo Álvarez entre calles Congreso y 9 de Julio; en dónde actualmente (e irónicamente) funciona una carnicería.
El lugar se llamaba “Rapapiú” y al parecer marcó a toda una generación. Redadas policiales, amores y desamores, música disco y shows eróticos estuvieron en los relatos que me compartió Pelusa durante todo el recorrido que hicimos juntxs, de regreso a nuestros hogares (compartimos el mismo Bondi porque resultamos ser vecinxs).
Lxs habitantes de los relatos de Pelusa habitan ahora en el olvido, ese espacio vecino donde la comunidad LGBT de Tucumán destierra todo lo que nos recuerde que la diversidad no es de ahora, sino que tiene una constante presencia y dejó marcas en esta ciudad.






Soy responsable de mi rosa... —repitió el Principito.

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