domingo, 27 de febrero de 2011

morir de amor

Ellos se conocieron en baño del bar Colón, un conocido punto de encuentro en el Tucumán posterior a los 60. En ese baño, comenzó la historia de C. y J. una historia que abarcó las décadas más oscuras de la historia argentina y preservó su brillo particular.
C. relata que siempre tuvo en claro su orientación sexual, pero como notaba que su deseo era diferente al de sus amigos, empezó desde muy chico a informarse. Buscaba en libros, lo cual no era nada fácil. Luego de muchos intentos y una vez dentro de la universidad, logró dar con ese material "positivo". Me aclara que material negativo había mucho pero del positivo muy poco.
Una vez que leyó cuanto material llegó a sus manos, decidió dar el gran paso y entrar en una etapa más vivencial. Conoció en el comedor universitario a un compañero que también parecía diferente. Comenzaron a estudiar juntos y sucedió lo inevitable. "ambos nos descubrimos" cuenta C.
Lo que siguió fue que C. le pidió a su compañero que lo introdujera en el ambiente. A lo que su compañero aceptó encantado, pero la conversación fue más allá transformándose en un presagio. "yo quiero conocer muchachos pero no soy de yirar mucho" dijo C. y su amigo le dijo "y bueno, forma una pareja!".
"¿ se puede?" preguntó C. "claro! no perdes nada con buscarlo" le respondió su amigo .
La primera salida de C. fue para ver en trasnoche "Morir de Amor". con una previa en el bar Colón. Era la primera vez que C. salía y por la mesa del Colón, desfilaron todo tipo de consejos sobre como debía ser el levante. Instrucciones minuciosas sobre como conducirse en los lugares a los cuales se podía acudir: Reno y Poker. También tuvieron su lugar en la mesa las peleas entre La Gogo y La Anibal, el juez Mayer y sus persecuciones homofóbicas y las ocurrencias de Tinki Pucheta.
Fue entonces cuando J. ingresó al Colón, y C. quedó deslumbrado.
"ese me gusta, pero ¿y que hago?" pregunto C. a sus entrenadores en el yiro tucumano. Y uno de ellos le dijo "ah! ese? ese es de los nuestros. Seguro entra al baño en un rato. Encaralo ahi".
C. rememora: "Acababa de salir del baño. La gente iba a pensar que tenía un problema en la vejiga si entraba inmediatamente".
Pero las ganas fueron más fuertes y C. ingresó al baño, siguiendo los pasos de J. y allí se conocieron.
"Éramos la única pareja que andaba de la mano por las calles de Tucumán a principios de los 70. Y nuestras peleas eran conocidas en todo el ambiente".
Un confusión hizo que la madre de C. conocieron la orientación sexual de su hijo. C. escribió una extensa carta de amor, recopilando el primer año de noviazgo, e introdujo esa carta en el interior de un disco de vinilo de Charles Aznavour. Pero se equivocó de disco de vinilo y la madre descubrió la carta ordenando el living de la casa.
C. regresó y se encontró con su madre que lo esperaba con el disco de vinilo de Charles Aznavour envuelto para regalo. "las cartas van en sobres" le dijo entregándole el obsequio.
La pareja de C. y J. duró 15 años. Atravesaron juntos la dictadura militar, las persecuciones y razzias policiales, la aparición del vih, la perdida de amigos por complicaciones derivadas del Sida, el exilio, la llegada de los años y la partida de la juventud, el destape heterosexual y la permanencia homo-lesbo-transfobica en la sociedad.
"Fue el gran amor de mi vida" concluyó su relato C., mientras cenábamos anoche en Pal Pueblo.

Nos despedimos en la esquina de Crisóstomo Álvarez y Alberdi, con un apretón de manos. C. estaba muy apurado por acudir a su cita con la música de Charles Aznavour. Como todas las noches.






"Te contaré un secreto, algo que no se enseña en tu templo: los dioses nos envidian. Nos envidian porque somos mortales, porque cada instante nuestro podría ser el último, todo es más hermoso porque hay un final. Nunca serás mas hermosa de lo que eres ahora, nunca volveremos a estar aquí...". (Brad Pitt en Troya)

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