lunes, 7 de marzo de 2011

un derecho humano.

Mi papá era alfabetizador. En un principio, cuando yo era niño, alfabetizó en su tiempo libre a vecinos/as y amigos/as de Amaicha del Valle. Luego, ya jubilado, se sumó formalmente a los alfabetizadores que trabajaban en los Valles Calchaquies.
En mi casa siempre hubo muchos libros. Muchos de estos libros que estaban prohibidos durante la dictadura, eran de amigos/as de mi padre y madre. Estaban refugiados en un galpón y para hojearlos o leerlos había que entrar y no podíamos sacarlos de ahí bajo ningún concepto.
Cuando tenía 5 años tuvimos que reconstruir una pared del galpón porque un álamo levantó parte del piso y mi papá llamó a Don Raulio que se daba maña para todo.
En la inspección para ver el estado de la pared, Don Raulio le hizo notar a mi papá que teníamos muchos libros. Mi papá le comentó que muchos de esos libros eran de amigos/as y que estaban en cálida de préstamo hasta que llegara la democracia. Don Raulio le confesó que no sabía leer y entre charla y charla mi papá decidió una tarde enseñarle a leer y escribir. Don Raulio no era el único y pronto el galpón albergó a 5 personas más que durante todo un año fueron aprendiendo a leer y escribir.
Al caer la tarde, dos veces a la semana, venían al galpón y en un improvisado pizarrón mi viejo trataba de enseñarles vocales, consonantes y que ejercitaran la escritura.
Casi una década después cuando toda mi familia abandonó el autoexilio en los valles, mi vieja fue convocada para dirigir la administración contable del Plan Nacional de Alfabetización. Pese a que el programa tenía un color político partidario diferente, y a que mi vieja es una peronista ultra fundamentalista, aceptó hacerlo y diseñó una estructura que aún sigue vigente.
Mi viejo se jubiló para esa época y luego de mucho batallar logró construir un centro de alfabetización en la zona de Quilmes en el 2004. Lo proveyó de todo lo que pudo y lo visitaba todo el tiempo. Hasta muy poco antes de su muerte, estuvo por ahí viendo que todo ande bien.
La idea de alfabetizar como una herramienta política a compañeras trans era una idea que llevó su tiempo de concreción. Surgió producto de encuestas que realicé junto a compañerxs del Area Queer NOA para conocer como vivían en Tucumán sus derechos económicos, sociales y culturales las personas con identidades de género trans. Los primeros contactos con el Programa Nacional de Alfabetización, los hice vía el Circulo del Magisterio. Pero cuando dí a conocer como pensaba implementarlo, el elemento “alumnado/a” generó un shock emocional en esa institución centenaria y una vez más el proyecto debió dormir esperando mejores tiempos.
En 2008, cuando regresé de España, pensé en ponerlo en funcionamiento como parte constitutiva de Crisálida, pero necesitaba una serie de requisitos como personería jurídica, 3 años mínimo de trabajo certificado y un extenso etcétera que la ONG en ese entonces no podía cumplir ni aportar (Crisálida era apenas un proyecto en ese entonces).
Los años siguientes mantuve el contacto vía email con el programa de alfabetización con la esperanza de poner en marcha la idea. Coincidentemente el 8 de septiembre de 2010, en una nueva celebración del Día Internacional de la Alfabetización, la UNESCO escogió el tema “Alfabetización y autonomía de la mujer”. Retomamos el contacto pero aún nos faltaban algunos meses para poder acceder a la firma de un convenio para poder abrir el centro.
A comienzos de este año una compañera trans se acercó a Crisálida muy enferma, la acompañamos al hospital y fue inmediatamente internada. Las enfermeras y médicxs le recriminaban que no hizo caso del tratamiento que le dieron. El tratamiento estaba en un papel y era muy claro. Detallaba paso a paso como debía tomar la medicación y hasta dónde recurrir en caso de algún inconveniente. En un momento en el que nos dejaron a solas, ella me susurró muy bajito: “es que yo no se leer…y mi sobrina está de viaje.”
Expulsada de su casa a los 7 años de edad, viviendo en la calle desde entonces, nuestra compañera no pudo acceder al conocimiento para tomar y usar la información escrita en ese papel.
Esa noche retomamos una vez más el contacto con Programa Nacional de Alfabetización, porque ya teníamos todos los requisitos para abrir el centro. Pero fue ahí cuando nos enteramos que una comprometida y enamorada de las letras (y las bibliotecas populares) llamada Teresa Coronel, gestionó y logró que el Partido Justicialista y la Red de Mujeres Solidarias de Tucumán firmaran un convenio para poner en marcha centros de alfabetización en Tucumán. De este modo, abrir un centro se volvía mucho más fácil. Lo que siguió fue la consulta a la senadora Beatriz Rojkes de Alperovich, presidenta del Partido Justicialista, quien se mostró muy interesada y junto con su equipo (Marina, Carolina, Claudia) apoyaron el proyecto de un modo decisivo. La senadora y su equipo comprendieron el proyecto muy bien y habilitaron la posibilidad para que una compañera del área trans de Crisálida asumiera el rol de “Alfabetizadora”(su identidad de género es respetada en todo lo administrativo referente al centro). Dos semanas después estábamos comenzando con una clase simbólica a cargo de la mismisima Teresa Coronel.
Recientemente subí unos días a Amaicha y ni bien llegué fui directo al galpón. Aún siguen allí muchos libros, y también está el improvisado pizarrón (ahora usado para juegos de mis sobrinitxs). Pero lo que fui a buscar allí, fue el cuaderno donde hizo sus primeras letras Don Raulio. Cuando murió mi viejo, Don Raulio y lxs otrxs alumnxs del sui generis centro que armó mi papá le obsequiaron a mi vieja sus primeros cuadernos y desde entonces están ahí guardados. Así que traje conmigo el cuaderno de Don Raulio para mostrárselo a nuestra compañera, a quien ya le dieron de alta y se integrará como alumna de nuestro centro de alfabetización.




La esperanza es como el azúcar en el té. Aunque es muy poca, todo lo endulza. Proverbio chino.

La joya no puede ser pulida sin fricción, ni las personas perfeccionarse sin dificultades. Proverbio chino.


"La alfabetización es un derecho humano, un recurso para la autonomía personal y un factor de desarrollo social y humano. El acceso a la educación depende de la alfabetización. La alfabetización es un aspecto central de la educación de base para todos; es esencial para erradicar la pobreza, reducir la mortalidad infantil, detener el crecimiento demográfico, instaurar la igualdad entre los sexos y garantizar el desarrollo sostenible, la paz y la democracia. Todavía hoy, existen en el mundo 880 millones de adultos que no saben leer ni escribir, de los cuales dos terceras partes son mujeres. De los más de 120 millones de niños que se ven privados de educación básica, las dos terceras partes son niñas". Extraído de "El poder de la alfabetización de las mujeres" documento de UNESCO.



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